Hemos dado el nombre de “Factoría” al conjunto de esos recursos a los que los docentes (y también el alumnado) podemos recurrir para crear y producir materiales; herramientas que nos ayudarán en la tarea de llevar a cabo nuestras propias creaciones de maneras muy diversas. Al igual que ocurría en la “Biblioteca”, no se pretende aquí dar una respuesta definitiva a los docentes que utilicen este trabajo, pues sería esa una tarea imposible, dada la inabarcable cantidad de recursos que la red ofrece y sobre todo, su continua actualización. Pero sí se ha intentado hacer una clasificación que sirva de guía para los docentes que pretendan aprovechar las amplias posibilidades que la red les ofrece para crear y producir materiales.
Ofrecemos varias posibilidades para cada una de las opciones presentadas, sabiendo que es posible que alguna de ellas no quede reflejada, pues, como decimos, sería imposible y quizá innecesario, detallarlas todas en algunos casos. En ocasiones, las herramientas son similares y nos ofrecen las mismas posibilidades y será el hecho de sentirnos más cómodos con una u otra el que nos haga elegir; en otros casos, queda en manos de cada docente seleccionar la opción que considere más adecuada de acuerdo a sus necesidades o los objetivos que se plantee.
Debido a esa condición colaborativa de la Web 2.0 que ya hemos comentado, la mayor parte de lo que aquí presentamos como herramientas de creación, contienen también en sí mismas la opción de compartir lo producido (de hecho, también a veces de realizar búsqueda interna), pero, al ser fundamentalmente recursos destinados a la producción, hemos creído más conveniente alojarlos en la “Factoría”.
Algunas de las herramientas y recursos que aquí se presentan pueden tener un uso fuera del ámbito educativo por lo que los diseñadores de las mismas, en ocasiones, incluyen opciones específicas para los docentes y el uso de las mismas en el aula. Por lo tanto, a la hora de registrarnos en los diferentes sitios que vayamos a utilizar, recomendamos prestar atención a la posible existencia de cuentas especiales para docentes o educativas.
Enseñar en el siglo XXI ya no es igual que hacerlo hace apenas unos años. El docente dispone no solo de numerosos recursos para obtener información y elaborar con su particular “librillo de maestrillo” los contenidos a impartir en sus clases, sino que ahora, además, cuenta con un conjunto de herramientas más valiosas aún que la propia información: las que le permiten darle forma, no sólo para hacerla más atractiva a los sentidos y el entendimiento de sus alumnos, sino también para adecuar contenidos muchas veces con un importante grado de abstracción formal a su capacidad de comprensión y, por qué no, a los nuevos contextos y formatos en los que aprende de manera informal el alumnado del momento actual.
Además, el alumnado que actualmente se encuentra en las aulas y más aún el que vendrá en los años venideros, viven una realidad en la que son y serán ciudadanos digitales, inmersos en redes sociales y haciendo uso de las herramientas que la web 2.0 les ofrece, pero esto no significa que dominen las herramientas, ni siquiera la red, desde un punto de vista académico. La labor del docente ha de encaminarse, por tanto, también en este sentido. Los nuevos recursos no solo nos proporcionan herramientas atractivas para el alumnado sino que además le permite formarse en aspectos que serán determinantes para su futuro, tanto académico como profesional, pues no cabe duda de que las TIC estarán presentes de alguna manera tanto en una faceta como en la otra.
El interés del uso de las TIC, por tanto, es doble: por una parte, porque el profesor puede confeccionar actividades que, como poco, complementen su discurso académico; cuando no enriquecerlo. Pero sobre todo, y desde una concepción de la enseñanza entendida como un proceso activo y no meramente discursivo, porque a través de estas “nuevas” herramientas su alumnado pueda re-crear e incluso construir una parte nada despreciable de su aprendizaje, convirtiéndole en el auténtico protagonista del proceso formativo, y al docente en el mediador imprescindible que le guía y pone a su disposición los medios para conseguir los objetivos programados con éxito para ambas partes.
La versatilidad de estas herramientas educativas proporciona muchas posibilidades, desde la elaboración de mapas conceptuales o líneas de tiempo, que ayudan a solventar dos problemas “clásicos” en el ámbito de la Historia, el de la concepción del tiempo y el espacio, hasta la confección de murales, presentaciones, vídeos, blog, wikis y webquest, entre otras, que hacen que el aprendizaje de estas materias resulte más sugerente, cuando no, más efectivo. Y además, con el valor añadido de que la mayoría de ellas permiten hacerlo en un entorno colaborativo, tan valorado como necesario en el mundo actual.